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Levantamiento de la Generación Z en Nepal: Prohibición de redes sociales, corrupción y exigencia de responsabilidad

  • Foto del escritor: Kimi
    Kimi
  • hace 7 horas
  • 8 Min. de lectura
En septiembre de 2025, estallaron en Nepal protestas a gran escala a nivel nacional, cuyos principales participantes fueron estudiantes universitarios y jóvenes ciudadanos de la Generación Z (nacidos entre 1995 y 2010).
En septiembre de 2025, estallaron en Nepal protestas a gran escala a nivel nacional, cuyos principales participantes fueron estudiantes universitarios y jóvenes ciudadanos de la Generación Z (nacidos entre 1995 y 2010).

En septiembre de 2025, estallaron en Nepal protestas a gran escala a nivel nacional, lideradas principalmente por estudiantes universitarios y jóvenes de la Generación Z (nacidos entre 1995 y 2010). Conocidas como las "Protestas de la Generación Z", estos movimientos se desencadenaron inicialmente por la prohibición general del gobierno de varias plataformas de redes sociales, pero el catalizador subyacente fue el prolongado descontento público con la corrupción, la ostentación de riqueza por parte de los poderosos y las acusaciones de malversación de fondos públicos. A medida que las protestas fueron creciendo, sus demandas se expandieron, desde las demandas iniciales de libertad en internet hasta abarcar cuestiones más amplias, como una mayor transparencia en la gobernanza y la rendición de cuentas política. La siguiente sección explica las razones clave de este levantamiento juvenil en Nepal.


El detonante: la prohibición de las redes sociales


Las protestas fueron desencadenadas directamente por el bloqueo gubernamental de las redes sociales. El 4 de septiembre de 2025, el gobierno nepalí cerró abruptamente 26 plataformas de redes sociales en todo el país, incluyendo Facebook, Instagram, YouTube, WhatsApp, X (Twitter), WeChat y LINE, entre otras plataformas populares tanto a nivel nacional como internacional. Las autoridades alegaron que la medida se debía a que los operadores no se habían registrado como se exigía, pero muchos ciudadanos la interpretaron como un intento de silenciar la disidencia en línea con el pretexto de cumplir con las normas. Este bloqueo generalizado de internet fue la gota que colmó el vaso y desató las protestas de jóvenes en todo el país en menos de una semana desde la entrada en vigor de la prohibición.

Cabe destacar que la prohibición se anunció al mismo tiempo que el gobierno impulsaba un nuevo proyecto de ley que obligaba a las plataformas de redes sociales a registrarse y someterse a la regulación en Nepal, reforzando así el control sobre el contenido en línea. En consecuencia, muchos jóvenes interpretaron la prohibición como una señal de que el gobierno estaba reprimiendo las voces de la generación digital. La prohibición de las redes sociales desató directamente el resentimiento entre los jóvenes, quienes salieron a las calles en protestas exigiendo el restablecimiento de la libertad en internet. Si bien el gobierno levantó la prohibición apresuradamente tras el estallido de las protestas, la indignación ya se había extendido y las demandas de estudiantes y jóvenes comenzaron a extenderse desde problemas puntuales en línea hasta la insatisfacción con el sistema político en su conjunto.


El descontento acumulado de la Generación Z de Nepal: corrupción y nepotismo


Si bien las protestas fueron aparentemente desencadenadas por un bloqueo de las redes sociales, esta ola de indignación de la Generación Z surge de años de resentimiento latente contra la corrupción y el nepotismo gubernamental. Nepal ha estado sumido en la agitación política desde la democratización, con varios políticos de edad avanzada rotando en el poder durante más de una década. Estos líderes son vistos por las generaciones más jóvenes como sinónimo de corrupción y enriquecimiento personal.

Los jóvenes han sido testigos de la continua concentración de poder en manos de un pequeño grupo de familias de élite, y las ostentosas exhibiciones de riqueza y opulencia de los hijos de prominentes familias políticas han alimentado la indignación pública. Los observadores han notado que muchos hijos de altos funcionarios hacen alarde de sus lujosos estilos de vida en redes sociales, incluyendo autos de lujo, bolsos de diseñador y vacaciones en el extranjero, creando un marcado contraste con las vidas, a menudo difíciles, de los nepalíes comunes. De hecho, semanas antes de la prohibición, plataformas como TikTok rebosaban de publicaciones y videos que exponían el estilo de vida extravagante de los "niños nepo". Usando hashtags como #PolíticosNepoBebéNepal y #BebésNepo, los usuarios publicaron numerosas publicaciones y videos que contrastaban la extravagancia de estos hijos con las dificultades de los nepalíes comunes, generando millones de visualizaciones.


Jóvenes manifestantes cuestionaron con enojo: "La gente común sufre en la pobreza, mientras que los hijos de los ricos y poderosos se entregan a gastos extravagantes". Por ejemplo, Shrinkhala Khatiwada, exreina de belleza (e hija de un exministro de salud), presumía frecuentemente en línea de sus viajes internacionales y su lujoso estilo de vida, lo que llevó a los manifestantes a etiquetarla como un símbolo de la élite privilegiada. Durante las protestas, la residencia de su familia incluso fue incendiada, lo que puso de relieve la creciente indignación pública. De igual manera, la cantante Shivana Shrestha, nuera del exprimer ministro Deuba, subía con frecuencia videos mostrando sus lujosas casas y alta costura. La nieta del exprimer ministro Prachanda desató el furor al exhibir bolsos de diseñador valorados en cientos de miles de rupias. A medida que estos videos y fotos se viralizaban, la opinión pública nacional condenó a la élite política y a sus hijos, y los manifestantes incluso irrumpieron e incendiaron las casas de algunas de las familias poderosas.

Esto demuestra que la corrupción y el nepotismo han provocado que la generación más joven tenga un profundo resentimiento hacia la clase dominante, y la prohibición de las redes sociales es sólo la chispa que desencadena su estallido.


Malversación de fondos públicos y desequilibrio económico


Además de las ostentosas exhibiciones de riqueza por parte de los poderosos, otra fuente persistente de resentimiento entre la juventud nepalí es la mala gestión de los fondos públicos por parte del gobierno y la pobreza generalizada. A lo largo de los años, han surgido numerosos escándalos, con pocos funcionarios obligados a rendir cuentas, lo que ha alimentado aún más el descontento público con la inmunidad legal de la que gozan los poderosos. Por ejemplo, se malversaron al menos 71 millones de dólares de fondos públicos del proyecto del Aeropuerto Internacional de Pokhara, mientras que otro escándalo expuso a políticos que se beneficiaban de la venta ilegal de cuotas de reasentamiento a refugiados butaneses. Sin embargo, estos graves casos de corrupción han quedado impunes, lo que refuerza la percepción pública de falta de rendición de cuentas por parte de la clase política.


Además, las dificultades económicas de Nepal han exacerbado las frustraciones de su juventud. Las estadísticas oficiales sitúan la tasa de desempleo juvenil en más del 20%, una de las más altas del sur de Asia. Debido a la falta de empleo nacional y de perspectivas profesionales, aproximadamente un tercio del PIB del país depende de las remesas. Muchos jóvenes se ven obligados a migrar para trabajar o a incorporarse a la economía informal, mientras que los que permanecen se enfrentan a bajos salarios y al desempleo. Sin embargo, se acusa a quienes ostentan el poder de canalizar recursos hacia sus propios intereses, lo que resulta en una subinversión crónica en educación, empleo y otras áreas, dejando a la generación más joven con pocas esperanzas.


Crisis de gobernanza y falta de rendición de cuentas política


La rápida escalada de las protestas en Nepal se deriva de una prolongada crisis de gobernanza: la falta de transparencia y un liderazgo inexperto en rendición de cuentas, lo que ha provocado una pérdida de confianza pública en el gobierno. Desde la abolición de la monarquía en 2008, los sucesivos gobiernos rara vez han tenido un buen final: 13 en tan solo 15 años, lo que ha creado un período de inestabilidad política volátil. Durante la última década, tres hombres mayores —Oli, Deuba y Prachanda— se han alternado como primeros ministros, ocupando un total de 12 cargos. Sin embargo, estos cambios de poder no han logrado generar reformas sustanciales. Por el contrario, la reincidencia de las mismas personas ha alimentado rumores de nepotismo y corrupción.


Las generaciones más jóvenes están cada vez más cansadas de las reglas del juego político, creyendo que los intereses creados se confabulan solo para obtener beneficios egoístas y que quienes gobiernan monopolizan los recursos políticos y económicos mediante el nepotismo, lo que conduce al estancamiento del desarrollo nacional. Esta falta de confianza es particularmente aguda entre la Generación Z, que prácticamente ha perdido la fe en las élites políticas tradicionales y exige con urgencia nuevos modelos de gobernanza y un relevo generacional en el liderazgo.


A medida que continuaban las protestas, las demandas públicas se intensificaron, desde la condena de la corrupción y la exigencia de la restauración de las libertades sociales hasta la exigencia de la dimisión del liderazgo político e incluso un cambio en el panorama político. Los manifestantes corearon consignas exigiendo al gobierno que asumiera su responsabilidad y diera explicaciones, y muchos incluso abogaron por la disolución del gobierno actual y el restablecimiento de un equipo de liderazgo interino para abordar a fondo los problemas persistentes.


Las protestas de la Generación Z en Nepal se intensifican y Septiembre Negro


Debido a la interacción de estos factores, las protestas de la Generación Z en Nepal se convirtieron en uno de los disturbios más graves en décadas. A partir del 8 de septiembre, un gran número de estudiantes, vestidos con uniformes escolares y universitarios, salieron a las calles, concentrándose en ciudades como la capital, Katmandú, coreando consignas anticorrupción. Inicialmente pacíficas, las manifestaciones se descontrolaron rápidamente cuando la policía intentó dispersarlas por la fuerza. Jóvenes manifestantes rompieron las filas e incendiaron numerosos edificios gubernamentales y residencias políticas, incluyendo el edificio del Parlamento, residencias ministeriales e incluso hoteles de lujo en zonas turísticas. El Nuevo Edificio Administrativo de Nadupal, símbolo del poder nacional, quedó envuelto en llamas, una escena que conmocionó a la nación.


La policía recurrió a gases lacrimógenos, cañones de agua, balas de goma e incluso munición real para reprimir las protestas, lo que causó numerosas víctimas. Para el 11 de septiembre, decenas de manifestantes habían muerto y más de mil habían resultado heridos. El derramamiento de sangre de los jóvenes manifestantes avivó aún más la ira, y la ola de protestas se extendió por todo el país.


Bajo una inmensa presión, el partido gobernante finalmente cedió. En la tarde del 9 de septiembre, el primer ministro Oli, quien llevaba solo seis meses en el cargo, anunció su renuncia, junto con varios ministros de su gabinete. Tras la noticia, las calles de Katmandú estallaron en vítores de "¡Ganamos!". Los jóvenes, ondeando banderas nacionales y desafiando el toque de queda, salieron a las calles para celebrar y lamentar a sus compañeros caídos. Sin embargo, la renuncia del primer ministro no apaciguó de inmediato las protestas. Muchos manifestantes insistieron en que su lucha no cesaría hasta que se estableciera un nuevo gobierno verdaderamente responsable y honesto.


El parlamento de Nepal se encuentra actualmente paralizado, lo que ha dejado un vacío de poder en el gobierno y ha obligado al ejército a imponer un toque de queda en la capital y otras zonas para mantener el orden básico. Estos disturbios, que han sacudido a la pequeña nación del sur de Asia y que los medios de comunicación han denominado "Septiembre Negro" , constituyen el estallido social más grave que ha azotado Nepal desde el fin de la guerra civil. Pone de manifiesto la profunda desilusión de la joven generación con el antiguo sistema político y su determinación por erradicar la corrupción y reconstruir un nuevo orden de transparencia y justicia.


Conclusión


En resumen, el levantamiento de la Generación Z en Nepal no es un evento repentino e impulsivo, sino el resultado inevitable de problemas estructurales de larga data. A primera vista, la prohibición de las redes sociales encendió las llamas de la protesta, pero en el fondo, años de corrupción acumulada, nepotismo y creciente desigualdad de ingresos son los principales detonantes del polvorín. A través de este movimiento, los jóvenes expresan su profunda insatisfacción con la disfunción gubernamental y la falta de rendición de cuentas, y exigen cambios. Su clamor demuestra el deseo de la joven generación de transparencia, justicia y oportunidades, y sirve de recordatorio a quienes ostentan el poder: si no abordan los problemas institucionales ni responden a las demandas populares, incluso la más mínima chispa podría desatar una tormenta de mayor envergadura. Este levantamiento juvenil en las laderas del Himalaya está escribiendo un nuevo capítulo para la democracia y el futuro de Nepal, y también es una llamada de atención para otros países: las reformas en materia de justicia intergeneracional y rendición de cuentas no pueden ignorarse.

 
 
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